Matías Pop Asig, un defensor de las comunidades de Sayaxché
“Soy agricultor, estoy en el Comité Local para la Reducción de Desastres –COLRED- en la Comunidad Santa Elena, Río Salinas.
Tengo 50 años. Nací en la comunidad la Isla del Municipio de Raxruha, Alta Verapaz. Viví solo seis años en esa comunidad, luego me fui a vivir a la comunidad Santa Elena, Río Salinas junto con mis padres, quienes lograron conseguir tierras para trabajar en la agricultura.
Me acompañé a la edad de 16 años con mi conviviente en la comunidad, con quien ahora tengo nueve hijos. Cuando hice mi hogar, mis padres me heredaron tierras para que pudiera trabajar para el sostenimiento de mi familia.
Aunque no estudié, además de la agricultura aprendí el oficio de la albañilería, algo que me sirvió para irme a Estados Unidos a trabajar por un tiempo. Fue en el 2005 que decidí probar suerte en el país del norte, en donde estuve por casi tres años trabajando en albañilería, regresé en 2008.
En 2010 recibí algunos cursos para prepararme en labores de rescate ante posibles desastres naturales, tuve la oportunidad de participar en Nicaragua en algunos simulacros de reducción de desastres.
En 2012 se realizaron algunos simulacros de reducción de desastres en la comunidad Santa Elena, Río Salinas, por los cursos recibidos y haber participado en el simulacro en la comunidad con diferentes instituciones; he jugado un papel muy importante en las coordinaciones con la comunidad, fui nombrado como jefe de la comisión de desastres avalado por la CONRED.
En 2015 inicié a trabajar en Industrias Chiquibul como albañil, sin embargo, no era trabajador directo de la empresa, sino, era trabajador de una constructora que hacía trabajos de albañilería, arreglando los quíneles dentro de las plantaciones de palma.
En 2018 inicié a trabajar directamente con la empresa, cortando fruta, uno de los trabajos considerados de los más difíciles de la empresa. Al principio los caminos donde pasaban a recoger la fruta en los camiones quedaba lejos de donde estaba el corte, por lo tanto, a quienes cortábamos la fruta nos tocaba cargarla a veces hasta por 1 kilómetro y medio, este trabajo era desgastante y además las tareas terminaban algunas veces hasta las 10 de la noche.
El pago por tonelada del corte de fruta en un principio, cuando nos tocaba cargarla por distancias muy largas era de entre 180 y 200 quetzales, sin embargo, las tareas las sacábamos entre varias personas, por lo que a veces solo ganábamos 40 quetzales en la larga jornada de trabajo.
Después, conforme fueron arreglando los caminos, quedaban más cerca del corte de fruta, por esta razón la empresa bajó los precios del corte de fruta, de pagar entre 180 a 200 quetzales, llegaron a pagar hasta 90 quetzales por tonelada”
Palabras de Matías Pop Asig
Actualmente está siendo criminalizado por defender sus derechos laborales en la empresa de palma aceitera Industrias Chiquibul.
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